Entrevista
Francisco Cantón, 60 años de propiedad industrial
Por las generales de la ley...

Francisco José Cantón –“Pancho” para los amigos– tiene 78 años, es abogado, agente de la Propiedad Industrial y, actualmente, es socio en Setti, Cantón & Albini. Trabaja en temas de marcas desde 1955, cuando dejó la carrera de Ingeniería para estudiar Derecho. Actualmente, sigue haciendo los juicios de marcas y patentes, la redacción de patentes –muestra orgulloso varias carpetas de trabajos de redacción en curso–, algunos peritajes en patentes y tasaciones, y contesta vistas que requieren fundamentos legales, tanto en materia de marcas como en patentes.

En su larga carrera, patentó varios productos que lo llenan de orgullo, como máquinas sembradoras, diversos implementos agrícolas como, por ejemplo, sistemas de amortiguación que tuvieron importante éxito comercial: “Tal vez la piel artificial me dé cierto orgullo pues es un producto que está en el mercado, se usa mucho y es admirable”, confiesa.

Los que lo conocen a Pancho afirman que es un gran profesional, hombre de palabra como pocos y que siempre intenta resolver las cosas con un sentido práctico y eficaz para ambas partes –incluso cuando las partes son el INPI y su cliente–.


-¿Cómo fueron sus inicios en la profesión?


Me dedico a cuestiones que involucran a marcas desde el año 1955. En realidad, yo empecé la carrera de Ingeniería Industrial, pero había algunas materias que no me entusiasmaban. En un momento, me crucé con el Dr. Pascual Di Guglielmo (N. del R.: autor de Tratado de Derecho Industrial y La invención patentable, entre otros) que me sugirió que estudiara Derecho: ahí podría especializarme en patentes y desarrollar mi pasión por la tecnología.

En ese año, con los conmocionantes sucesos de la Revolución Libertadora, comencé a estudiar en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Al poco tiempo, empecé a trabajar como procurador en el estudio del Dr. Liprotti como “pinche”, en realidad, pues hacía un poco de todo: iba a tribunales –el estudio tenía tantos juicios que tenía su propio casillero (había 4 juzgados) –, reclamaba pagos, hacía cartas y oficios. Antes de recibirme, pasé a trabajar al estudio Calatayud, cuyo nombre completo era Estudio Calatayud, Joselevich y Rodrigué.

En el año 1969, decidí abrirme por mi cuenta y allí comencé como agente y el mismo año me asocié a la AAAPI. En ese momento, no necesitabas dar el examen para ser agente si eras profesional.

Hasta 1978 trabajé como abogado “free lance” en temas de marcas. Allí me fusioné con el Estudio Setti y me volqué más a patentes, pues mi socio sabía mucho de esa materia.


-¿Cómo fue evolucionando la tarea de los agentes a lo largo de los años?


Creo que fue evolucionando generacionalmente. Cuando yo empecé como abogado éramos tres o cuatro los que trabajábamos como asesores letrados y patrocinantes de todos los agentes de marcas.

Luego, vinieron los hijos y nietos de los agentes, que son los que están hoy dentro de los estudios y que le han dado a esos viejos estudios una calidad Francisco Cantonsuperior. Los nuevos estudios se forman ya directamente con abogados, es decir, están cada vez más profesionalizado.

Francisco Canton

De todas maneras, la gran cantidad de estudios que han aparecido genera, a veces, que la calidad del trabajo profesional disminuya, sin perjuicio de los que ya tenemos una historia y pretendemos que el trabajo tenga un umbral mínimo de dignidad. Calculá que en esa época serían 250 números de matrícula, de los cuales ejercerían 50 y actualmente vamos por matrículas superiores al 2000 (N. del R.: el último número al momento de la nota era el 2158), de los cuales deben ejercer unos mil entonces el volumen es muy superior por lo que no se puede pedir una calidad tan alta.


¿Qué cosas ve como positivas?


Me parece muy bien lo de las marcas en colores, que exista la información online. Creo que habría que pulir un poco el reciente lanzamiento del sistema de filing online, este siempre fue un sueño que tuve y considero que la tecnología ya está a una altura más que suficiente para que este servicio sea seguro y eficiente.


¿No considera que esto puede ir en contra de los agentes?


No, para mí sigue siendo importante la actuación del profesional. Tené en cuenta que los usuarios ni siquiera hacen el trámite de patente de un automóvil, en general contratan a un gestor. Con lo cual, para el trámite de marcas, que es mucho más complejo, las personas serias van a recurrir a un profesional. Pero no considero que estos cambios, así como una eventual adhesión a los convenios como el PCT, nos quiten el trabajo, sino todo lo contrario.


¿Qué cosas se podrían mejorar con la ayuda de la Asociación?


Hay cuestiones formales y otras estructurales: una cosa estructural sería motivar a que la gente del Ministerio trabaje como gente dedicada a la Propiedad Industrial, ya sea de marcas, de patentes, de modelo o lo que fuere. Yo, que conozco el Ministerio, sé que algunos trabajan muchísimo, pero noto que falta vocación en las nuevas incorporaciones. Sería deseable que todas las nuevas incorporaciones tengan vocación de activos en Propiedad Industrial y que, inclusive, desearan una autonomía económica para el INPI, es decir, más que la cantidad, la calidad y el compromiso del empleado para con su función. Esto último es lo que le daría una mayor relevancia a la repartición.


¿Cómo ve el futuro suyo, a nivel personal, y como agente?


Y…perfectible, lo único que lamento es tener 78 años y no 45, porque tendría mucho más espacio para seguir materializando la fantasía de progreso que uno tiene. Esto sigue siendo mi trabajo, pero, además, mi entretenimiento y mi hobby.


Un consejo final de alguien con tu experiencia…


Que todos nos comprometamos con la seriedad del trabajo. Proponer, modificar, empujar, ayudar, inspirar a la gente que está en la función privada y en la función pública y colaborar con los colegas lo más posible. A los que recién arrancan, les sugiero que se comprometan con esta profesión, actuando siempre con lealtad y buena fe.


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